lunes, 22 de julio de 2013

Visita a Taganga y Playa Grande (22/07/2013)



Primer día en Colombia y aprovechando que es domingo mi jefe decidió hacer una visita a una parcela que adquirió hace poco para hacer algunos arreglos. Si la parcela está en un pueblo de costa ¡Perfecta ocasión para hacer turismo!, seguid leyendo y encontraréis todo lo que Taganga tiene para ofrecer a la vista, olfato, gusto y oído.


Tras un "paseíto" en taxi desde Santa Marta, bordeamos Rodadero y llegamos a una bahía encajonada entre dos montes que sujetan una playa en forma de media luna. Esta playa pertenece a Taganga, un pueblecito turístico y pesquero en menor medida. El lugar ha sido muy transformado por el típico turismo de sol y playa pero sigue conservando sus alrededores casi intactos, de manera que los paisajes siguen siendo impresionantes.



La foto de la derecha corresponde al risco del lado norte de la bahía, allí mismo se encontraba un pequeño grupo de pelícanos.





Toda la playa de Taganga está ocupada por un paseo marítimo que apenas deja espacio para unas filas de hamacas y un puñado de barquitas, la mayoría de las cuales se ofertan a llevar a los turistas por toda la bahía.
Aquí encontramos de todo: lanchas que te arrastran sobre una colchoneta, barcazas adormadas y con toldo para que no te queme el solano tropicano, en las cercanías hay clubes de buceo y gente haciendo snorkel por doquier.



Solo paramos en el paseo para tomar unas cervecitas y recuperar lo perdido por el camino en el taxi. Sentados a la sombra de un "trupillo" (árbol de la familia de las acacias africanas), degusté la cerveza típica de al menos, esta parte de Santa Marta, que curiosamente se llama águila.
No es de extrañar que hayan elegido este ave para poner emblema a un producto de la tierra, en el camino hasta esta calita pude ver gavilanes, "mariamulatas" y otros pajarillos que más que verse, se oyen.


A la izquierda podéis ver la forma de un "estadero" (o lo que nosotros llamamos aquí chiringuito) hecho de piedras redondas y techo de hojas de palma.



Aquí hace un calor horrible, los perros buscan desesperadamente la sombra a estas horas, ¡Y aún no es medio día!.


Atravesamos de lado a lado la calita para enfilar un senderillo que se empina y rodea uno de los salientes de esta preciosa bahía. En el camino las vistas son alucinantes:

Aquí nos sorprendió mucho ruido que venía de nuestra espalda, al darnos la vuelta pudimos ver cómo de repente muchas embarcaciones se dirigían al interior. Luego mis acompañantes cayeron en la cuenta de que formaba parte de la procesión marítima que lleva a la Vírgen del Carmen por un buen trozo de la costa.

                                         Y aquí está la embarcación que llevaba a la patrona.

Cuando volvimos a descender nos encontramos con otra playa más grande y encantadora si cabe. En este punto fue tomada la foto del principio del post. Aquí ademas de turismo masivo hay oferta de hostelería 5 estrellas, en forma de cabañas dispersadas por la ladera del risco. A uno de esos complejos se tiene que acceder vía marítima a la fuerza.

Esta foto fue tomada al final del día, pero que el ojo no os engañe, es la misma vista de la foto principal.

Si os fijáis bien en el color de los montes, no es lo que uno espera de un pueblecito tropical, esperas ver todo verde como la albahaca pero tiene toda la pinta de monte mediterráneo. Esto es así porque la humedad de las nubes se queda en las laderas de los andes donde todo es pluviselva y cuando llegan a Santa Marta...no tienen ni una gota.
Por lo tanto la vegetación es muy robusta, la mayoría son cactáceas o si no lo son, creedme cuando os digo que tiene púas:












A la planta de la foto central la llaman aqui "pringamosa" u ortiga. Nada tiene que ver con nuestras ortigas, lo único que poseen en común son las púas: las de la pringamosa son menos densas, no desprenden urticante pero son más grandes y largas. Esto se traduce en gritos de dolor. Notese cómo el cáctus supera en altura al árbol.

Como reflexión final he de decir que el carácter de estas gentes me tiene asombrada. Existe una dualidad en el colombiano que lo hace amar su tierra y paisajes pero a la vez no son activos en su conservación. Véase el cartel que os dejo como colofón del relato. Aquella persona muy concienciada que ha escrito esto aprovechando un muro supongo yo que es el propietario de la casa que está justo a su lado. Entonces, ¿lo escribe porque ama a la naturaleza?. Bueno, creo que su casa causa un mal peor, me hace pensar que más que por la naturaleza lo escribió porque no quiere que la entrada de su casa esté sucia.
Otro ejemplo es que en niguna de las dos playas e incluso en niguna calle de Taganga he visto una papelera. Imagináos cómo está aquello de basura...hasta en el agua.


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